Hemos vuelto.
No sé si es porque esto lo siento como una verdadera tradición o es por el hecho de que llega fin de año y me invade la culpa de pasar tanto tiempo rascándome el higo...pero fiel al estilo de este blog, toca hacer una publicación para fin de año y saludando por las fiestas.
Esa era la idea desde antes del 25 de diciembre, pero dados ciertos acontecimientos recientes decidí recurrir a un pequeño cambio de planes y dejar esta publicación para después de esa fecha. ¿A qué acontecimientos me refiero? Por supuesto que a las elecciones para presidento de Argentina que se hicieron hace poco más de un mes.
Pero ojo: mi intención no es hacer algo que busque ser partidario. No puedo tomar esa postura ya que, si me mostrara a favor de alguno de los que fueron candidatos, la tarea de burlarme de ellos por cada vez que se manden una cagada del tamaño del país (o sea, una megacagada de tamaño casi continental) podría verse limitada. Y eso es algo que jamás me perdonaría.
Sí, soy un hombre de principios.
Por el contrario, la línea de esta entrada del blog recae en uno de los memes o maniobras icónicas de las que fuimos testigos durante estos duros tiempos que corrieron. Me refiero pues a las constantes (y a veces insólitas) referencias que algunos votantes buscaron hasta el cansancio sobre las numerosas psicografías y dibujos hechos por quien es considerado uno de los profetas autóctonos que tiene la Argentina: Benjamín Solari Parravicini.
Para quienes no lo conozcan, este dolape afirmaba haber tenido contacto con ángeles, duendes, hadas, fantasmas, espíritus chocarreros, elfos, pitufos, umpa lumpas, y (si mal no recuerdo) anunakis. Esto lo llevó a dedicar buena parte de su vida a hacer dibujos más raros que los acordes de Spinetta, a los cuales le atribuía profecías y visiones sobre lo que le depararía al mundo. Y eso, para quien muestre una gran curiosidad acerca del futuro que se nos avecina, es sobrado material para malgastar horas y horas de (básicamente) estar totalmente al pedo.
Por supuesto que todo lo anteriormente dicho cuadra bastante con mi personalidad, y dado que estoy bastante interesado en saber cómo será el 2024, no quise ser menos y me puse como meta hacer mis propias psicografías.
Lamentablemente mis contactos con ángeles y duendes ya no es lo que era, y no nos llevamos muy bien últimamente (le choqué con la bici el auto a uno de ellos y me negué rotundamente a pagar el arreglo del rayón en forma de cajeta que le dejé en la puerta delantera...y bue, ¿qué se piensan? ¿Que cago rupias?).
Por ello, tuve que valerme de otros medios, y ahí fue donde busqué inspiración en Nostradamus y lo que hacían las pitonisas del Oráculo de Delfos. Esta gente se sentaba delante de un cuenco lleno de nosequemierda, ingerían cosas raras, quedaban del orto, y ahí era que tenían predicciones del futuro.
La oportunidad no podía ser mejor: yo podía repetir algo del proceso en plena Navidad, valiéndome además del solsticio de este mes, que podría augurar un contexto adecuado para tener vaticinios del porvenir. Además, con toda la porquería que uno se zampa y todo lo que uno chupa, entre el alcohol, la acidez y el empacho, aquello podía ser el cóctel ideal para que se potencie cualquier viaje psicodélico-profético.
Y así lo hice. Me clavé 3 botellas de sidra La Farruca, 3 mantecoles, 2 bolsas de garrapiñadas, 2 pan dulces, 1 vitel toné, me senté arriba de un pentagrama de cuatro puntas pintado en el suelo (durante la resaca me di cuenta que me había faltado una, pero e' la mesma merda), decoré todo con 6 velas aromáticas, se me apagaron 3, Milo se comió una, preparé un balde lleno de una mezcla de querosén, lavandina, limpiador aromatizante para pisos, pasta dental, tinta de impresora, dos cucharaditas de cemento, una pizca de canela, lo dejé hornear 3 minutos, lo puse delante mío, inhalé los vapores y gases emanados, y pasados unos 12 segundos pude alcanzar un estado de trance en donde tuve ciertas alucinaciones. Ahí fue donde arranqué a dibujar.
El resultado fue lo que verán a continuación: seis dibujos a los que llamé "las psicografías de Porrovicini" y que, entre sus cuartetas, se deberían observar manifestaciones tácitas o expresas de lo que serán los próximos años en el mundo.
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Primera psicografía:
Segunda psicografía:
No sé por qué de esta psicografía se desprende un refrán que diría una abuela, si se supone que esto tenían que ser profecías. Pero ey, yo acá no hago las reglas.
Todo arderá en caos. Será un momento propicio para incursionar en nuevas experiencias laborales y buscar nuevos pasatiempos.